¿En Dónde la Biblia enseña que todo creyente dará fruto? ¿Eso quiere decir que no hay lugar para el fracaso en la vida Cristiana?

Por supuesto que cada uno sentimos una experiencia de algún grado de fallecimiento, pero fracaso final – regresando permanentemente a la incredulidad y el pecado – no es posible para un creyente verdadero.

Romanos 8:29-30 garantiza que todo creyente será conformado a la imagen de Cristo al final. El Espíritu de Dios vive en cada creyente (Romanos 8:9). Hemos sido hechos completamente nuevos (2 Corintios 5:17). Y estamos siendo transformados a la imagen de Cristo (2 Corintios 3:18). Cada uno de estas verdades garantiza que no podemos experimentar fracaso final.

La inevitabilidad de dar fruto es enfatizada repetidamente en las Escrituras. El principio básico de la creación, en Génesis 1:11, es que todo da fruto de su propia especie. Aquí hay varios versículos que expresan esta verdad:

• Proverbios 12:12 – El impío codicia el botín de los malos, pero la raíz de los justos da fruto.

• Jeremías 17:7-8 – Bendito es el hombre que confía en el Señor, cuya confianza es el Señor. Será como árbol plantado junto al agua, que extiende sus raíces junto a la corriente; no temerá cuando venga el calor, y sus hojas estarán verdes; en año de sequía no se angustiará ni cesará de dar fruto.

• Mateo 3:10 – Y el hacha ya está puesta a la raíz de los árboles; por tanto, todo árbol que no da buen fruto es cortado y echado al fuego.

• Mateo 7:17-19 – Así, todo árbol bueno da frutos buenos; pero el árbol malo da frutos malos. Un árbol bueno no puede producir frutos malos, ni un árbol malo producir frutos buenos. Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado al fuego.

• Mateo 12:33 – O haced bueno el árbol y bueno su fruto, o haced malo el árbol y malo su fruto; porque por el fruto se conoce el árbol.

• Mateo 12:23 – Y todas las multitudes estaban asombradas, y decían: ¿Acaso no es éste el Hijo de David?

• Lucas 6:43-44 – Porque no hay árbol bueno que produzca fruto malo, ni a la inversa, árbol malo que produzca fruto bueno. Pues cada árbol por su fruto se conoce. Porque los hombres no recogen higos de los espinos, ni vendimian uvas de una zarza.

• Juan 15:5 – Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto, porque separados de mí nada podéis hacer.

• Romanos 7:4 – Por tanto, hermanos míos, también a vosotros se os hizo morir a la ley por medio del cuerpo de Cristo, para que seáis unidos a otro, a aquel que resucitó de entre los muertos, a fin de que llevemos fruto para Dios.

Hasta el ladrón crucificado junto a Jesús no fue excepción a esa regla – él dio más fruto en esos pocos minutos que el fruto que dan en toda una vida los que van a la iglesia continuamente. Su arrepentimiento fue manifestado en un cambio de comportamiento inmediato. Él contó el costo; él reconoció que su cruz fue justa y merecida. Y él se inclinó al señorío de Cristo. “Señor” es como él se dirigió al Salvador.

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